lunes, 19 de agosto de 2013

¿Paz?

Aprecio las noches
más que algunos días...
pero algunas no valen la pena
ni merecen ser siquiera despreciadas.

En la mágica oscuridad de un domingo
la calma es ficticia y repetitiva...
¡Cómo odio los domingos!
En cada uno de ellos una sonrisa se estremece
y una muñeca se desangra.

No existe la paz 
ni en la oscura belleza de un poema
y los versos nunca riman
igual para todas las mentes.

Hay besos que inundan labios
y hay besos que inundan mejillas.
Hay personas que ocupan camas
y hay personas que ocupan recuerdos.

Los lugares que parecen relativamente tranquilos
solo lo son porque se alejan
del bullicio y de la rigidez
del mundo que, al fin y al cabo, 
nos rodea.

De cualquier forma,
todos somos mártires
pero no todos lo somos
por los mismos ideales.

La paz es irreal,
confusa, deseada, despreciada, añorada...
la paz no existe, pero sí 
alejarse de lo que impide
la existencia de ésta.

La supuesta paz se esconde en un beso,
en un abrazo, en una canción, en un poema,
en un libro, en una mirada, en un momento,
en una vida, en una persona, en el olvido...
Pero solo es una paz ficticia.
Lo necesario para acercarnos a la paz inexistente.

El realismo, el amor, el desamor, la nostalgia,
la melancolía, la sabiduría, la ignorancia,
la verdad, las palabras o los gestos
nos alejan de la supuesta paz.

Los hay que, como yo,
buscan la paz en el caos de otra persona
y en las tímidas curvas de su espalda.

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