martes, 28 de enero de 2014

"Me quiso."

Cuando no se subordinen 
mis labios a tus besos de miel
ni sientas mi tacto
rozando tu piel,
entonces,
querrás dejar atrás todo
y solo podrás suspirar:
"me quiso."

martes, 21 de enero de 2014

Golpe de carta.

'... y entonces te escribiré,
no a ti,
pero sí sobre ti.'

Así terminaba la que debiera ser 
mi última carta para ti.
(bien sabemos los dos
que mucho me queda por escribirte)

De vez en cuando te recordaba
alguna lluvia que pasamos juntos...
entonces, no recuerdo bien en qué linea resalté: 
'No sóc més que aquest cafè i aquests poemes.'

(Qué bien sabes tú
cómo me encanta el catalán.)
Y es que, eso soy ahora:
algún café y las porciones de vida
que se me caen a los poemas.

'Te escribo esto
 para no escribirte más'.
Quería dejar en esa carta 
todas las ganas de mandarlo
todo a la mierda
y pirarme contigo.

Pero no pude.
Por eso te estoy escribiendo.

'... si nunca te hubiera besado,
quién sabe, musa mía,
si hubiera sentido algo tan puro
algún día.'

domingo, 19 de enero de 2014

Entrañas y polvo después.

Podría ser.
Podría ser que el mundo se deshiciera
en nuestras manos y que
cayera al suelo pasando entre nuestros dedos
como la inconsistente arena.

Podrían ser tantas cosas,
tantas melodías de violines afinados 
con la suavidad de unas manos
que no han percibido dolor nunca...
manos puras, como las de un bebé.

Pero preferimos el odio...
preferimos el rechazo, la sumisión,
preferimos ser esa inconsistente arena,
grano a grano, individualmente...
egoístamente, así es el hombre que hoy respira.

El hombre racista, ignorante, insensible...
¿qué es el color de la piel?
Si somos por dentro entrañas
y polvo al perecer,
todos por igual, sin excepción.

La bandera por encima de la patria,
por encima del pueblo al que dice representar...
y al final de la vida nos queda la nada,
dejar de ser sin haber sido nunca
nada más que entrañas y polvo después.

martes, 14 de enero de 2014

Canto a la República añorada.

Largo el día 
del corto suspiro.
La caída del Sol
se me ofrece desnuda,
como una musa 
el 14 de Abril.

Me llama el folio,
insiste y le atiendo,
me devuelve la comprensión
y me hace olvidar
que pierde la vida
mi patria.

Lenta muere
como lento bebo.
La primavera
no se deja seducir,
quiero pensar que es
culpa de España...

Mírala,
tan humillada 
y golpeada
por los violadores
del capital 
y el fascismo.

Hubo un tiempo
en el que aquí,
en esta mi España,
los poetas brillaban 
y le rimaban
a la libertad.

Pero ya no,
ya no ondea libre
la igualdad en la capital.
Ya no bailan juntos
el rojo, el amarillo
 y el morado.

Aquel escalofrío.

Me adapto al frío.
Porque las pupilas se me congelan...
culpa de las lágrimas.
Ha llovido mucho desde nuestro último baile,
tanto que no recuerdo los pasos.
Pero sí recuerdo aquel escalofrío
cuando quisiste descansar de mis besos...
cómo me atraganté con una voz en la garganta
que quería salir para decirte
'quédate'.

sábado, 4 de enero de 2014

Qué culpa tengo yo.

Qué culpa tengo yo
de que más lleno esté mi vaso
que la Luna reflejada
en mi ventana.

Qué culpa tengo yo
de que tus pupilas sean poesía
y de que yo sea poeta
de miradas tristes.

Qué culpa tengo yo
de ser oasis en tu espalda
y de tener arena de tus besos
entre la tela y mi piel.

Qué culpa tengo yo 
de esta noche tan tímida
y de vivir lejos de ti
bajo el mismo cielo.

Qué culpa tengo yo 
de que la madrugada
entre suave como
la buena cerveza.

Qué culpa tengo yo
de sentirte tanto,
si no son míos tus besos
ni me hablan tus palabras.

Qué culpa tengo yo
de estos versos,
si soy poeta principiante
y amante desfasado.

miércoles, 1 de enero de 2014

Por el vicio de escribir.

El reloj me avisa nervioso 
de que me empiezo a quemar
por el vicio de escribir.

Me intenta advertir de que
la vida no es solo versos y musas;
pero yo le ignoro.
Lo prefiero así.

Estoy leyendo uno de mis primeros poemas
y me acuerdo de ti.
De como este novato 
le escribía a ese leve rizo
al final de tu cabello.

Aún recuerdo esa sensación al leer
por primera vez a Pablo Neruda.
Aquella comprensión tierna,
aquella dulzura oscura...

Hoy pocos quedamos 
con algunas de sus rimas
en nuestra estantería.

Recuerdo de antiguos anocheceres
empaparme de rabia,
pero también de una fría ternura
que a menudo daba lugar
a una soledad voluntaria
incomprensible para un principiante
como era yo en esto de sentir.

Empecé entonces a dejar sonar
un violín o un piano
detrás de las letras
y dejarme llevar por la calma.

Todo me lo daba la inercia,
sin pensar mucho,
dejando salir al exterior
las palabras que mis labios
no decían.

No porque no quisieran decirlas,
sino porque 
no las encontraban.
Se esconden a la espera
de algún poeta que las rime.