viernes, 12 de julio de 2013

Verano frío.

La noche me ha mirado fijamente
y me ha susurrado 
que tengo que olvidar este amor demente.
Pero duele.

Esta habitación parece demasiado cuadrada,
no sé,
como si las paredes se encogieran 
y quisieran aplastarme entre baladas.

Será que son más fuertes 
las ganas de tenerte que las de olvidarte.
Será la botella de alcohol
cargada más de lágrimas que de arte.

Si esta noche no se marcha rápido
no me daré cuenta por la tarde
de que el sol lleva luciendo todo el día
y saltaré directo al momento en el que ya se haya ido.
Cómo se clava tu sonrisa en la mía.
Cómo te clavas.

Clavaré los cuadros de tu incertidumbre
en la pared más sucia del salón más olvidado,
qué locura pensar que esta lágrima te incumbe.
Con un poco de suerte, más tarde podré decir que te he besado.

Es estrecha la línea entre sonrisa y espada,
si te soy sincero, se vive mejor de espaldas,
mi amor.
Este verano es extraño,
no hace frío,
pero congela más que el invierno de cualquier año.

Sería incorrecto decir que me diste vida
porque ya sonreía antes de tenerte,
pero el pasado contigo me golpea
como si no entendiera lo que significa perderte.

Poemas...
a cualquier detalle le podría escribir un par de versos.
Sobretodo a los tuyos.
Parece que vuelves a mis pupilas
y entonces huyo.

Huyo de nosotros, supongo.
Me pregunto dónde estás
y nunca me respondo.

Cómo suben estas frases.
La vida son fases
y yo me anclé en la nuestra,
en la droga de tu voz.

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