sábado, 20 de julio de 2013

Felicidad en ti.

Me pierdo en tus profundos ojos verdes
y allí me encuentro
claro y nítido
cuando por tus oídos 
como un pequeño silencio entro.

El contorno de tu espalda
dibuja atardeceres mejores
que los que presenciaba contigo,
cómodo bajo tu abrigo.

Mira a ese empresario apagado y míranos a nosotros.
Ay, si la vida se midiera en sonrisas y no en monedas...
cuánta envidia tendrían al ver nuestros rostros.

Encima tuyo no hay vértigo posible,
aunque estemos a un par de centímetros del precipicio.
Porque todavía más cerca están tus labios de los míos
y éstos son verdaderamente mi vicio.

Cuántas bocas habría partido
por besar la tuya.
Cuántas miradas no me habría cruzado,
por interpretar alguna que tú me lanzaras.

A veces escribo y no me convence del todo,
creo que por tus brazos 
estos versos se escribirían mejor
si después descansas en mi regazo
y los puedo leer a mi manera.

Agarrado a ti me siento más libre,
no sé si me entiendes.
Nos creemos felices
y solo somos un reflejo de la sonrisa del otro.

Pero, ¿qué sabrán ahí fuera de la felicidad?
Si nunca te han oído reír con fuerza.
Verdaderamente perfecta tu habilidad
para alienarme en tu cintura. 

La luz de tu cuarto apagada
alumbra más que cualquier iglesia
si bajo tus sábanas no sé distinguir
dónde empiezan tus labios 
ni dónde caerá la ropa.

Ven, dame todas tus dudas
que no habrá problema en dejarlas a un lado
sin conmigo en un rincón
el mundo no nos sabe tan salado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario