Cuántas tardes regalo
a la inmensidad de tus suspiros
Me encantabas cuando medio desnuda
gritabas "revolución"
o "sírveme otro cubata, hoy voy a ser libre".
Mi conciencia roja
se perdió en tus ojos verdes
y fuiste como el Che
de las guerrilas en mi espalda.
Míranos, tan perdidos y tan juntos.
Qué grande me siento
cuando te sientes pequeña entre mis brazos.
Quédate, o por lo menos no te vayas.
Y si te vas vuelve,
pero no tardes.
Y si tardas no importa,
porque habrás vuelto
y las horas serán más cortas.
Cuando te meto mano en una esquina desolada,
me siento más cómodo con el sistema.
Todavía lo odio,
pero tus labios me distraen
y tanto no me quema.
Qué tristes son los poemas
y qué agradables cuando tú los recitas.
Cuántas veces habré agarrado tu cintura
en aquel portal
de aquel barrio
de cualquier ciudad.
Me voy.
No sé dónde.
A perderme contigo, supongo.
Dentro de tí es donde mejor me encuentro,
el lugar es lo de menos,
ya nos buscaremos.
Seamos realistas.
Tú no puedes vivir sin mí
y yo solo vivo cuando te tengo.
Qué bien suenan tus orgasmos
y tu respiración acelerada,
tu silencio sosegado
y tu risa reservada.
Mírame a los ojos y dime que hoy no,
pero que algún día el mundo
será tan feliz como nosotros.
Que quizás no lo veamos
pero que lucharemos por ello.
Y eso, que te quiero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario