domingo, 28 de julio de 2013

A ella.

Cuántas tardes regalo
a la inmensidad de tus suspiros
Me encantabas cuando medio desnuda
gritabas "revolución" 
o "sírveme otro cubata, hoy voy a ser libre".

Mi conciencia roja
se perdió en tus ojos verdes
y fuiste como el Che 
de las guerrilas en mi espalda.

Míranos, tan perdidos y tan juntos.
Qué grande me siento
cuando te sientes pequeña entre mis brazos.

Quédate, o por lo menos no te vayas.
Y si te vas vuelve,
pero no tardes.
Y si tardas no importa,
porque habrás vuelto
y las horas serán más cortas.

Cuando te meto mano en una esquina desolada,
me siento más cómodo con el sistema.
Todavía lo odio,
pero tus labios me distraen
y tanto no me quema.

Qué tristes son los poemas
y qué agradables cuando tú los recitas.

Cuántas veces habré agarrado tu cintura
en aquel portal
de aquel barrio 
de cualquier ciudad.

Me voy.
No sé dónde.
A perderme contigo, supongo.
Dentro de tí es donde mejor me encuentro,
el lugar es lo de menos,
ya nos buscaremos.

Seamos realistas.
Tú no puedes vivir sin mí
y yo solo vivo cuando te tengo.

Qué bien suenan tus orgasmos
y tu respiración acelerada,
tu silencio sosegado
y tu risa reservada.

Mírame a los ojos y dime que hoy no,
pero que algún día el mundo
será tan feliz como nosotros.
Que quizás no lo veamos 
pero que lucharemos por ello.

Y eso, que te quiero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario