sábado, 15 de junio de 2013

Nuestra guerra.

Las despedidas nunca terminan con nada,
solo empiezan tristes etapas
que nos rozan y muerden cual ratas,
que nos queman y destrozan como una balada.
Te clavaste en lo más hondo,
en el fondo,
recordando cada beso
en cada farola que rondo.
Ahora te abrazo en tristes textos,
en algún rap de Día Sexto
pierdo sangre y me aseguro de que existo
sin el calor que ofrecen tus inviernos.
Qué extraño es que necesitemos amarnos para odiarnos,
y que al odiarnos nos amemos más que nada.
Que yo maté tus fotos
y rompí mis sueños,
que tú me dejaste roto
con tu mirada y sus destellos.
En la barricada de tus senos
me deslizo sin frenos
y me ahogo entre diez versos
que enumeran nuestras rabias.
Prosigue esta guerra civil entre orgullos
luchando buscando morir los primeros,
sintiendo las balas de cada palabra
chillando un 'te quiero' entre todo el barullo.
Mentiras que nos desarman y rompen esquemas,
el campo de batalla en tus piernas
raspando una vida que se me hace eterna
al perderte.
Castigo máximo la horca
que supone leer un poema de Lorca
mientras clavas recuerdos
en mi vena aorta.

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