lunes, 30 de diciembre de 2013

Aquellas cosas que me decías.

Suena...
que suene el violín,
joder,
que me encanta.
Con un dulce toque de piano.

Pero que no suenen
más altos que tu voz.
Eso no.
Que suenen de fondo
mientras te oigo suspirar,
en primer plano.
Por encima de todo.

Como cuando me hacías volar,
¿te acuerdas?
"Más alto que las nubes",
decías...
"Tan arriba tendré frío",
te contestaba...
y me abrazabas.

Me susurrabas que no valía la pena
movernos de la cama
ni siquiera para volar.
Que ahí nunca nos atacaría
la temperatura...

Nos aislábamos del mundo exterior.
Porque lo odiábamos,
básicamente.
Durante unas horas
parecía que íbamos a ser eternos
sobre aquel colchón sudado.

Pero ya no sueño con las nubes
en tus costillas.
Ahora piso firme el suelo,
con los pies en la tierra
y el corazón en tus bostezos.

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