la cuneta de tu espalda desnuda,
libre de opresión y de incultura,
desafiante en un mundo ridículo.
Expropiándote el suspiro
después de un orgasmo
comprensible únicamente
para incomprendidos.
Si entiendes lo que dicen los silencios
entenderás que hablar está de más.
Siempre y cuando sepas
qué decir sin palabras.
Búscame donde sea,
allí donde tu aroma
inspiró mis versos complejos,
vacíos y desquiciados.
Eres el fuego y las cenizas
tras el humo negro,
suave queda el roce
de tus labios olvidados.
Busco lógica en la filosofía
de tus frases a medianoche,
envuelta en mis, ahora,
desconcertados brazos.
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