martes, 29 de abril de 2014

Sobre la sociedad de consumo y sus consecuencias ambientales y sociales (breve):

Las cosas parecen eternas, hasta que se acaban. Somos conscientes de la inestable situación de nuestro planeta, pero lo vemos algo lejano, como si fuera un simple dato o algo que, de vez en cuando, sale en las noticias porque un grupo de activistas ha denunciado una situación concreta. Pero no. La sociedad de consumo extremo en la que vivimos conduce a la Tierra al abismo. Es una obligación moral, lógica e histórica acabar con esta situación y solucionar un problema, que a largo plazo (y no tan largo...) será intratable por la especie humana. Consumimos, producimos, consumimos, producimos. Y así constantemente a un ritmo que, lejos de disminuir, nunca para de aumentar por el brutal aumento de la natalidad y la consecuencia inevitable de la sociedad capitalista de consumo basada, entre otras cosas, en la obsolescencia programada, que obliga al ser humano a fabricar productos que ya habían sido fabricados años atrás y que, muchos de ellos, no se reutilizan. También la publicidad influye en esto, mostrándonos día tras día las maravillas del mundo material, vacío y lleno de colores artificiales que crean en nuestra mente una idea de falsa felicidad a través de comprar.

Más allá de los devastadores problemas ambientales de la sociedad de consumo, esta forma de ver la vida humana sobre la Tierra, crea la necesidad de la explotación inhumana de unos países sobre otros. A medida que la sociedad de consumo se hace más fuerte, necesita producir más y, ¿de dónde saca el capitalista los recursos y la mano de obra para dicha producción? Del Tercer Mundo. No es posible, por lo tanto, acabar con la explotación del Primer Mundo hacia el Tercer Mundo sin sustituir la sociedad de consumo por otro modelo se sociedad, basado en el desarrollo sostenible y la autodeterminación económica de las distintas naciones.


No podemos quedarnos en la crítica simple: “los gobiernos no hacen nada por el medio ambiente y por el Tercer Mundo”. En un sistema capitalista, el gobierno es solo un útil de los mercados, que son quienes rigen la sociedad a placer. Por lo tanto, hay que ir más allá, hay que cavar más hondo e ir a la raíz del problema: la sociedad. Si no cambiamos el sistema y acabamos con la sociedad de consumo, no hay solución. No hay magia. No puedes tumbarte al lado del fuego una tarde de Agosto y quejarte porque tienes calor, tienes que apagar el fuego.

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